Macrochloa tenacissima (esparto, atocha)

 

Estos días pasados se celebraba una nueva Feria del Herbero en el Jardín Botánico de la Estación Biológica de Torretes y se dispuso de un espacio para reunir a los aficionados a trabajar el esparto. Pensé que era un buen momento para hablar de esta humilde planta, tan abundante en nuestras sierras y que tantos beneficios nos ha aportado durante siglos.

Con el nombre de esparto se conocen popularmente tanto el esparto propiamente dicho, o atocha (también denominada Stipa tenacissima), como el esparto basto o esparto de Aragón o albardín (Lygeum spartum), formando parte ambos de la vegetación característica de los ambientes esteparios ibéricos, extendiéndose por las zonas más áridas de la Península Ibérica y por el Magreb.

Esta planta se desarrolla en condiciones de sequedad y aridez, formando grandes extensiones llamadas espartales. Estos ecosistemas han sido manejados y gestionados desde hace miles de años por el ser humano, de manera que parte de los espartales actuales proceden de plantaciones.

Existe constancia del uso del esparto hace más de 6.000 años, aunque las técnicas de trabajo han variado poco. Según Plinio y otros historiadores romanos, éstos comenzaron a utilizar el esparto tras las Guerras Púnicas. El esparto se usa en cordelería, tejidos tipo pana, estopas para escayolas, xerojardinería y artesanías, especialmente cestería.

Menos conocido es su empleo para para la producción de papeles finos de impresión por su suavidad y elasticidad. Vale la pena conocer la historia del empresario inglés William Mac Murray, fabricante de papel para periódicos a partir del esparto importado del sureste español.

El esparto se trabaja en cestería en diversas técnicas, mayoritariamente se hacen trenzados (“pleita” o “lata”) con los que se cosen cestos, serones, aguaderas, esteras, baleos, garrafas forradas, …

En Onil existe la costumbre de recoger tocha y formar unos manojos llamados “fatxos”, a los que en Nochebuena se les prende fuego y se los hace girar en las calles.

El declive del esparto llegó a partir de los años cincuenta y sesenta del siglo XX, momento en el que la aparición de los plásticos y la importación de otras fibras supuso la caída en picado de la explotación del esparto.

Se han documentado multitud de aplicaciones medicinales del esparto como remedio contra el mal de muelas o contra la inflamación de orina.

Joan Pellicer, en “Recerques etnobotàniques al territori diànic o comarques centrals valencianes”, recoge una curiosa aplicación: “Per a les berrugues es fa una treneta o rutllaneta de nou voltes amb nou asparts crus o verts i es colga en algún lloc de la casa de qui té les berrugues, com pot ser el fem del corral. Quan va desfent-se o podrint-se Taspart, van caent les berrugues ( Castells de Castells)”.

“Els homes comengaren la faena. Les cavalleries foren protegióles amb flassades per evitar la gelor de la cárrega. Uns arguenells de fusta i espart acollien els cabassos plens de neu sobre els lloms deis animals”.

(Pepa Guardiola. Collidors de Neu)

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